lunes, 29 de mayo de 2023

Óleo de Higorca

 

EL MAR

Otro amanecer, de nuevo caminar como las olas que vienen y van, ellas con dulce vaivén, besando la arena una y otra vez, nosotros andar por distintos caminos intentando hacer el bien y sin querer mirar atrás.

 

MIS FRASES

acuarela de José Higueras Mora


MIS FRASES

Caminar de una mano amiga es sentir el calor de la humanidad.

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¿qué brota del alma del pintor? La mano traza lo que el pintor piensa, pincelada a pincelada va creando un gran poema.

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Una palabra de amistad es el mejor regalo que podemos recibir. 

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Buenos días, que no nos ciegue el orgullo que podamos ver todo el bien que nos rodea.

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¿Anochece o amanece? Da igual, me gusta la paz que transmite cada vez que miro la belleza que nos ofrece tanta naturaleza.

 

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                                    ¿Hay maravillas más grandes que, las que nos ofrece la naturaleza?, debemos   aprender de ella, yo cada día intento hacerlo.

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Hoy, 8 de diciembre, fiesta grande en este rincón del Mediterráneo, el cielo gris, parece decirnos que quiere llorar, llanto contenido por un mundo convulso, que no parece entender que lo único que queremos es paz, amor para todas las personas de bien.

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Triste panorama el de esta mañana. No hay palabras para decir, después de oír el llanto amargo, el dolor de un pueblo castigado por tantos años de guerra y ahora la tierra ruge en un estruendo amargo de sufrimiento.

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La luna, reina de la noche, ella en silencio vigila las sombras, la vida que va caminando despacio a un amanecer incierto.

 

jueves, 11 de mayo de 2023

LA NIÑA Y LAS GOLONDRINAS

Autora: Higorca, plumilla, año 1991

 

De pie miraba a través de los cristales, de vez en cuando, con su pequeño dedo, daba un toquecito en el cristal y movía la cabeza de un lado para otro:

estaba viendo volar un grupo de golondrinas y, ella las saludaba agitando su mano.

De pronto dio la vuelta, salió de la habitación para ir en dirección al porche y mirar al techo. Aún no habían llegado las suyas.

María tenía seis años, hija única, muy dicharachera, y alegre. Rubita con el pelo largo, le gustaba que se lo recogieran en una cola de caballo: mientras andaba movía la cabeza para que al mismo tiempo el aire jugara con los mechones: y se pasearan acariciando su cara.

Le gustaba hablar con esas aves vestidas de frac, ¡se lo había dicho su padre! Hola, que bien, nos anunciáis el buen tiempo, la calor, ¡pronto nos llevaran a la playa!, va diciendo ella sola, en voz alta, casi cantando.

De pronto como si hubiese recordado… sale corriendo de nuevo, está vez en dirección a la cocina: su madre se da cuenta y va tras ella intrigada, la niña sale hasta el porche de nuevo y mira otra vez el techo.

La madre al ver correr a María recuerda cuando ella era pequeña y, también esperaba a sus amigas las golondrinas.

En la casa, donde: Pilar nació y creció siempre había visto un nido en la viga “gorda” ella y sus amigas llamaban así a la traviesa que sujetaba el techo de la galería. Nunca que ella recordará se lo habían tirado, lo respetaban, algún año las mismas aves lo renovaban: no tenían problemas, no faltaba el agua y podían hacer barro.

Siempre eran las mismas: se agolpan en su memoria las vivencias de una edad infantil, y muy feliz: estaba viendo cuando su padre las anillo para saber si volvían, sí eran las mismas un día dejaron de venir, se dio cuenta porque las anillas eran otras que su padre les puso en su pequeña patita: ¡estás eran amarillas, eran los hijos! Las golondrinas como los humanos son fieles y viven hasta la muerte juntos.

La niña hace que vuelva a su lado, aun estando se había trasladado a unos cuantos años antes. Se limpio dos furtivas lágrimas que se habían escapado de sus bellos ojos azules. Mamá, mamá, ¿aún no han llegado las nuestras?, pregunta María. Su madre muy atentamente le dice: seguramente mañana llegaran, ya sabes que primero viene el padre para hacer reconocimiento del nido o lo que es su casa, ¿comprendes?

Lo he entendido mamá, sí, seguro mañana las escucharemos y nos saludaran, ¿te acuerdas?, parece que nos estén hablando, no se asustan de vernos, mamá seguro que nos conocen: a ti, a los abuelos os han visto siempre, saben que las queréis mucho ¿verdad?

María se puso a jugar, era fiesta y no tenía que ir al colegio, le gustaba: pintar, dibujar, llenaba y llenaba papeles con dibujos. Otros ratos sentada al lado de su mamá en el porche, peinaba a sus muñecas, les cambiaba el peinado un montón de veces.

Sus compañeros de juegos eran: su perrito, un pequeño Bichón Frisé, tan simpático como ella, una gata común de cinco colores muy perezosa se pasaba el día durmiendo. Alguna vez Guffi, (así se llamaba el perro,) iba y acariciaba a la gata que tenía por nombre Peggi, esta le daba un bufido que lo hacía ir para atrás.

Siempre juntos, parecía que no había nadie, ella, María les explicaba cuentos, tal como sus padres hacían con ella, le gustaba.

Al día siguiente se levantó y lo primero que hizo fue ir a ver si ya habían llegado sus amiguitas, le pareció que hablaban o quizá ¿la llamaban?

¡Mamá, mamá, ya han venido, ven! Gritaba dando saltos llamando a su madre, por fin estaban en casa, arreglarían su nido, pondrían los huevos para que nacieran los polluelos, más tarde sacarían todos sus enormes picos por encima del nidal pidiendo a gritos comida, rápidamente los padres acuden en su ayuda.    

 Higorca