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viernes, 28 de febrero de 2020
lunes, 24 de febrero de 2020
lunes, 17 de febrero de 2020
lunes, 3 de febrero de 2020
EL FRUTERO DE COBRE
Sobre la mesa un frutero
lleno de membrillos recién cogidos. Un suave perfume se respiraba en aquel
salón. El aroma que desprendía aquella fruta madura.
Todo estaba dispuesto
para la merienda: membrillos, peras, manzanas y melocotones… y, la jarra para
calentar la leche.
Miraba los melocotones
quizá no estuvieran muy buenos, era un poco tarde para ello, si habían estado en
la cámara no tendrían buen sabor. La olor era buena, pero… Al comerlos seguro
que se notaría.
Aquella tarde los dueños
de la casa esperaban unos niños. Eran la alegría de la casa. Sus nietos.
La semana finalizaba y
siempre pasaban esos días con ellos. Los padres los llevaban, los dejaban y se
marchaban. Sabían que estaban en buenas manos. Eran sus abuelos, eran todavía jóvenes
y eso ayudaba para que no sintieran cansancio unos y otros.
Los niños llegaban
hambrientos. Iban rápidos a la mesa sabían donde estaba aquel frutero de cobre
lleno de fruta. Su abuela, además, les había puesto unos platos con más cosas,
y una botella de agua. Era imprescindible para ellos. Jugando siempre se reseca
la boca y la garganta. Buscaban la botella, un vaso y, a beber.
Pero aquel día la abuela,
les tenía preparada otra sorpresa. Con aquellos membrillos jugosos y maduros
que cogían del árbol del jardín. Les había preparado una exquisita mermelada.
Esperaba que les gustase,
se había pasado toda la mañana dando vueltas a la misma para que no se le
pegase. Valía la pena, hacer feliz a los niños era lo más grande para ella.
Puso la leche a calentar
y preparo la tostadora. Hizo las tostadas correspondientes, les puso un poco de
aceite y sobre ello extendió la mermelada. Una buena capa en cada una de ellas.
Preparo la mesa y llamo a
los niños que llegaron en tropel junto al abuelo. En un momento no quedo nada
en los platos. Habían devorado todo lo que la abuela había preparado.
Sonrió satisfecha. Les
había gustado. Los niños se levantaron y todos fueron a darle un beso. Luego a
coro dijeron.
- ¡Gracias abuela!
Higorca
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